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25.09.2013 00:41

Toluca de mis añoranzas.

A cuarenta y tantos años de distancia, aún me es posible extrañar esa ciudad en la que nací, esa ciudad por cuyas calles corrí, reí y a veces, lloré.

Quienes somos realmente originarios de esta ciudad tan hermosa, y tan extremadamente olvidada por nuestras autoridades, podemos sentir ese olor a basura quemándose (ya que antes, se acostumbraba quemar la basura en los patios de las casas, cuando tardaba en pasar el camión de la basura), esa ciudad, por la que podíamos andar en bicicleta sin el temor y riesgo real, de resultar atropellados por algún vehículo.

Podemos recordar, como los señores que conducían su taxi, eran conocidos por los vecinos, se les llamaba por su nombre (“buenos días señor fulanito de tal, podría llevarme a…”).

Aquellos policías, que si bien saludaban de cerca a los vecinos, no por eso dejaban de tener autoridad. Quien no recuerda los torneos de balero que se organizaban; o aquellas batallas épicas con las canicas, en donde perder un “trébol” o una “embita”, eran una tragedia, que decir de las famosas “bombochas”, esas canicas gordas como ellas solas, y que le poníamos precio, tal como “esta vale diez embitas o cinco tréboles”.

¿Quién no jugó a la famosa “típica”, aquel juego que se hacía con dos palos de escoba, uno de ellos de treinta centímetros y el otro de diez centímetros (medidas oficiales que me constan porque fui un experto en este juego),y que era una especie de distorsión del beis bol?

Aquellos famosos “días de campo”, que se hacían en los “adentros” del monte “El Calvario”, que a chicos y grandes se nos hacía un laberinto, y un lugar dentro de la ciudad en donde se podía disfrutar de un noviazgo, o simple y sencillamente, un lugar para un paseo matutino o vespertino, cuando nos llegamos a ir de pinta.

Recuerdos todo ello, que nos hace añorar esa ciudad, con todos sus cines de esa época, como el cine “Coliseo”,que se encontraba como parte de el mercado “Hidalgo”, en lo que ahora es la plaza González Arratia. O el cinema “Toluca 70”, ubicado en la esquina de las calles de Juárez y Francisco Murguía; el cine “Florida”, que se encontraba en la calle de Juárez (hoy espacio ocupado por la tienda “Coppel”);

Otro lugar de añoranza, es la antigua Terminal de Autobuses, que se ubicaba en lo que ahora es el centro comercial “Grand Plaza”, y cuya entrada a la terminal, era por el lado de Juárez; la antigua estación del ferrocarril de gratos recuerdos para mí, ya que en virtud de que mi padre era trabajador ferrocarrilero, los boletos le salían mas baratos, y en la década de los setentas, visitábamos muy seguido a mi abuelo en la ciudad de Acámbaro, Guanajuato; en relación a esto, recuerdo que las salidas eran a las nueve de la mañana, para llegar a Acámbaro a las tres de la tarde aproximadamente y, a las doce de la noche, para llegar a las cinco de la mañana.

De igual forma, ¿Quién no recuerda la anterior Villa Charra? Aquella que se ubicaba en el terreno que ahora ocupa la Procuraduría General de Justicia del Estado de México, en las calles de Morelos y Jaime Nunó.

Muy cambiada ha sido nuestra ciudad, con la complacencia de nosotros mismos, de sus habitantes, que hemos permitido todo lo que le ha pasado. Ahora no podemos ir a comernos un antojito mexicano a la Alameda central, porque ya “corrieron” a los vendedores. Es cierto que las ciudades deben modernizarse, pero no a costa de tradiciones y costumbres.